Blogia
el ritmo que nos mueve

El otro eterno retorno

Cortázar mencionaba que al empezar un cuento no sabía su final. En cambio, Borges empezaba a escribir porque precisamente conocía el desenlace del texto. Yo aveces lo sé. En ocasiones me llama la atención una historia por el posible final que imagino, entonces la empiezo a escribir. Y cuando desconozco el final, abandono pronto el texto. Me es más difícil determinar el decenlace de un cuento, que escribir el inicio. Todo el día y cada día empiezo a escribir cuentos, pero la mayoría no pasan de dos líneas. Aquellos que sobrepasan dicha extensión y que pueden llegar abarcar hasta tres o cuatro cuartillas, acaban desapareciendo con la misma rapidez que las dos líneas. Uno debe ser intraquilo en esto. Uno no debe tener paciencia en la literatura: hay que enojarse, tomar el papel y arrojarlo, salir de la habitación, estar al borde de arrojar la máquina, maldecir a los demás, salir a la calle y patear lo que se encuentre en el suelo. Solo así nos podemos explorar y conocer. Al fin y al cabo, si eres escritor, volverás y las cosas estarán en su puesto, esperándote.

0 comentarios